Las primeras nieves en Orea

Las primeras nieves

Al asomarse a la ventana han observado con entusiasmo que esta noche pasada la nieve ha dejado su manto blanco. Llevan días esperándola, por fin está ahí, ante ellos, fría, húmeda, pero llena de calor interior.

Preparan los bártulos, acondicionan el vehículo, sus cuerpos y todo aquello que se les ocurre, nos es cuestión de entrar en la montaña sin cuidado, seguramente y así ocurrió no encontraran a nadie.

Pero es esa soledad la que buscan.

El río, los caminos, los árboles, las edificaciones, todo está envuelto en esa blancura. Todo esta en calma. Un pálido Sol los acompaña.

El Hundido de Armallones, en Ocentejo

Llegaron pronto a Ocentejo, atravesaron las nieblas entre pinos, asustaron ciervos en el camino.

Tras estacionar el vehiculo en el pueblo, tomaron rumbo del Hundido. Una fina lluvia intermitente les acompañaría todo el trayecto.

Paredes verticales los flanquean. Observan el río desde un privilegiado mirador aéreo. 

En los cuatro kilómetros de recorrido, sin grandes desniveles, disfrutan de los cuchillares, de la cascada de piedra, de los grandes bloques de roca caídos al río, de la gran variedad de plantas, y con suerte, de las aves rapaces que habitan en el lugar.